Artículos generales

Contra el trabajo

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La abolición del trabajo como actividad impuesta no es nada nuevo pero incluso la izquierda ha aceptado su necesidad. 
La reducción de la jornada y la renta básica son alternativas viables pero que han de vencer la cultura del trabajo que ha estructurado nuestra sociedad y nuestras vidas.

En 1930 Keynes predijo  que en el 2030 se trabajaría 15 horas a la semana. En la actualidad mucha gente está desesperada por encontrar trabajo y, a la vez, trabajamos más horas incluso cuando la productividad sube. El trabajo es un problema, porque trabajamos mucho o porque no podemos trabajar. 

El trabajo se ha aceptado como algo incuestionable. La izquierda ha centrado su esfuerzo en introducir a las personas y empoderarlas en el ámbito del trabajo abandonado, casi por completo, su lucha para reducir la jornada laboral.  Consideran que no es el trabajo lo que aliena, sino las condiciones en las que se desarrolla o la falta de democracia a la hora de tomar las decisiones. Pero el trabajo está sirviendo solo para producir capital y no para distribuir la renta ni garantizar vidas dignas. 

El trabajo es una actividad productiva de carácter personal basada en la necesidad. Puede ser de tres tipos (forzado, asalariado o de subsistencia) y todos tienen en común que son impuestos a las personas por la fuerza o por la necesidad; cuando hablamos de trabajo no nos referimos a la actividad voluntaria.

Debemos evolucionar del paradigma de la escasez al paradigma de la abundancia; de la necesidad al deseo; de la obligación a la participación voluntaria en la sociedad.

Es difícil separar estructuras e ideologías. Hay muchos elementos que nos obligan a trabajar: la necesidad de pagar el alquiler y la comida son las más importantes. Esos argumentos se ven reforzados por todo un acervo cultural e ideológico que presentan el trabajo como la principal obligación del ser humano y como un requerimiento moral. 

Tener salarios más altos o mejorar las condiciones de trabajo ayudaría a la gente que puede tener trabajo, pero hay gente que no puede conseguirlo. Además muchas de nuestras actividades, que son indudablemente útiles y productivas, no están remuneradas (como el trabajo de cuidados). 

Existen otras maneras de estar en el mundo y relacionarnos con otros y con el medioambiente, más allá de lo laboral. El principal problema estriba   en nuestra falta de tiempo e imaginación para cultivar una vida rica fuera del trabajo.

Alternativas a estas disfunciones serían: 

  1. Reducción drástica de las jornadas de trabajo como manera de crear más puestos de trabajo y dar más tiempo para poder realizar otras actividades. 
  2. Renta básica universal y suficiente que permita el desarrollo voluntario de tareas socialmente necesarias (lo que constituirá la abolición del trabajo).
  3. Servicios públicos (sanidad, educación, vivienda y transporte) garantizados. 

La renta básica y la reducción de la jornada laboral nos obligan a imaginarnos una vida fuera del trabajo. Pero es muy probable que incluso disfrutando de una renta básica garantizada y suficiente, la gente quiera además, un trabajo remunerado.

El trabajo y la familia forman parte del mismo sistema. Organizan, respectivamente,  las actividades de producción y de cuidado. Tenemos que  generar alternativas al sistema completo por lo que las tres medidas propuestas son imprescindibles.

No queremos sólo trabajar mejor; queremos trabajar menos. Lo que necesitamos es un “asalto frontal a la cultura y a las instituciones del trabajo, a sus ideologías y estructuras.” (Kathi Weeks).

No hay nada nuevo: Ya en el siglo XIX Lafarge decía que “el trabajo es la causa de toda degeneración intelectual, de toda deformación orgánica.” En los 70 los autonomistas  italianos rechazan el trabajo y el movimiento “Wages for Housework” (salarios para el trabajo doméstico) visibiliza el trabajo dentro de la familia. En los 80 André Gorz escribió: “La abolición del trabajo es un proceso que ya está en marcha”. En el 2002 el Grupo Krisis publica su “manifiesto contra el trabajo” (Bibliografía).

Hay dos elementos que dificultan la evolución a esta sociedad sin trabajo que son fruto de nuestro devenir social: la construcción del deseo en la sociedad de consumo y el efecto disciplinario del trabajo.

  • El consumismo ha sido la manera que ha encontrado el sistema para resolver la incongruencia entre el paradigma de la escasez, en el que se basa la competencia y la acumulación capitalista, y la realidad de la abundancia que nos ha proporcionado el desarrollo tecnológico y la acumulación material y de saber. Hemos llegado al absurdo de generar unas necesidades más allá de los límites de la naturaleza para mantener esta dualidad. Los desperdicios son el resultado y el símbolo de esa distribución asimétrica de los recursos que separa una sociedad del consumo de una sociedad desposeída. 
  • El trabajo ha sido útil para disciplinar a las personas y para cargar de responsabilidades a aquellos que están excluidos del trabajo, a los que culpa de falta de esfuerzo o de iniciativa. El trabajo nos regula la vida limitandonos los tiempos, los espacios y los medios materiales para desarrollarla, y también los criterios de valoración de nosotros mismos y los demás.

Esta regulación de la vida es lo que nos han enseñado a identificar con lo humano; con lo social. Existe un miedo a perder este referente y a que esto derive en una descomposición social masiva: imaginamos una indisciplina de masas al ver en el trabajo la única herramienta que nos puede tener controlados, o imaginamos una sociedad completamente pasiva al considerar el trabajo como el único elemento potencialmente motivador.

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1º de mayo

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Cada primero de mayo, la clase trabajadora sale a la calle para recordar a esos 8 anarquistas injustamente condenados por el estado, y por el resto de personas trabajadoras que supieron resistir y luchar contra la explotación y la represión del estado por mejorar sus vidas y las nuestras.

El Primero de Mayo o Día Internacional de los Trabajadores es la conmemoración del movimiento obrero y se celebra prácticamente en todo el mundo, es un día de reivindicación y recuerdo del movimiento obrero durante la Revolución Industrial. La jornada laboral de ocho horas que hoy conocemos tiene su origen en esta fecha, y esta se declaró festiva en el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional en 1889.

Todo comenzó el 1 de mayo de 1886 en una huelga que congregó a unas 200.000 personas en la capital del Estado de Illinois. El motivo de la huelga era el reclamar y exigir una jornada laboral de ocho horas que la patronal no cumplía, a pesar de que la Ley Ingersoll, firmada por el entonces presidente Andrew Johnson en 1868, establecía una jornada de ocho horas para todos aquellos empleados de oficinas federales y trabajadores de obras públicas, salvo excepciones y en «casos absolutamente urgentes». Pero esta ley no contemplaba a los obreros industriales cuyas jornadas eran de más de once horas diarias.
La huelga finalizó el 4 de mayo, día que se produjo la Revuelta de Haymarket en la que La policía abrió fuego contra la multitud matando a 38 personas, dejando más de 200 heridos y  responsabilizando a ocho anarquistas y a todas las figuras prominentes del movimiento obrero, posteriormente se continuó con la detención de cientos de trabajadores en calidad de sospechosos.

El 21 de junio de 1886, se inició el juicio que estuvo envuelto de irregularidades, llegando a calificarlo como un fraude,  en el que los ocho obreros anarquistas fueron juzgados y declarados culpables. Tres de ellos fueron condenados a prisión (Samuel Fielden, Oscar Neebe y Michael Schwab) y cinco a muerte (George Engel, Adolph Fischer, Albert Parsons, August Vincent Theodore Spies, y Louis Lingg), los cuales serían ejecutados en la horca el 11 de noviembre de 1887.

A finales de mayo de 1886 varios sectores patronales accedieron a otorgar la jornada de 8 horas a varios centenares de miles de obreros.Desde entonces, cada primero de mayo, la clase trabajadora sale a la calle para recordar a esos 8 anarquistas injustamente condenados por el estado, y por el resto de personas trabajadoras que supieron resistir y luchar contra la explotación y la represión del estado por mejorar sus vidas y las nuestras.

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Convenio del Metal de Madrid

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El Convenio Colectivo del Metal de Madrid aplica a unas 70.000 personas en Madrid. 

Ya ha comenzado la negociación  del nuevo CC y ni siquiera hemos sido capaces de encontrar la plataforma presentada por CCOO/UGT

Desde CGT queremos llevar a la mesa las necesidades de todas las personas afectadas.

El Convenio Colectivo (CC) refleja los acuerdos suscritos entre patronal y trabajadores para definir cuáles van a ser las condiciones laborales y las obligaciones a las que se comprometen ambos. Si eres trabajador del sector del Metal en Madrid te aplica el Convenio Colectivo de la Industria del Metal de Madrid. Este Convenio tiene ciertas particularidades que son dependientes del sector al que se dirige desde el punto de vista funcional y sobre todo en relación con la correlación de fuerzas en su negociación regulando todos los aspectos importantes en la relación de trabajo.

El CC del Metal del 2020tiene fuerza normativa y obliga la totalidad de las empresas y trabajadores/as comprendidos dentro de su ámbito de aplicación” (en la Comunidad de Madrid y con los CNAEs que se listan). En su ámbito hay más de 10.000 empresas y 70.000 personas empleadas. El tamaño medio de las empresas en nuestro sector es de 8 trabajadores

De estas empresas solo unas 825 tienen representación y entre estas algunas grandes empresas cuentan con un CC que  establecen diferencias con el CC Sectorial. 

El CC del Metal es negociado en exclusiva por CCOO/UGT (que cuentan con el 87% de los representantes) con completa opacidad. CGT es el tercer sindicato con algo más del 3%, pero es necesario tener más del 10% para poder participar en la negociación.  

Nos encontramos en la necesidad de hacer un llamamiento a todos los trabajadores afectados para exigir una negociación transparente de este Convenio Colectivo y contribuir a la negociación para que las necesidades de todos los trabajadores sean consideradas en la mesa de negociación. 

Infórmate y participa 

a través de nuestro grupo de Telegram: 

CC Industria del Metal (Campaña CGT).

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Riesgos psicosociales y teletrabajo

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El teletrabajo va a ser habitual en el futuro y con el incremento de la ansiedad y la soledad.
Una adecuada evaluación y prevención de los riesgos psicosociales que implica el teletrabajo es uno de los retos a la acción sindical en la actualidad.

Según un estudio de Randstad, en 2020 en España un 22% de la población activa está teletrabajando. El teletrabajo ha venido para quedarse tras su extensión durante la pandemia y está siendo reclamado por muchos trabajadores que lo consideran ventajoso a pesar de los problemas identificados

Los criterios que la NTP 412 detalló en 1996 para la implantación del teletrabajo han quedado superados.

El RDL 28/2020 (Sección 4)  regula el derecho a la prevención de riesgos laborales con una evaluación de riesgos que deberá tener en cuenta sus riesgos característicos en especial factores psicosociales, ergonómicos y organizativos. Acudir al puesto de trabajo físicamente nos dota de unas rutinas y de la necesaria desconexión de la vida familiar y la interacción con otras personas. Con el teletrabajo la gente tiene más ansiedad y se siente más sola.

En la actualidad la mayoría de las bajas médicas tienen como origen enfermedades psicosociales y es probable que estas se disparen aunque tratemos de evitarlo con la irrupción masiva de esta forma de trabajo.

La NTP 926 define los factores psicosociales como “aquellas condiciones presentes en una situación de trabajo, relacionadas con la organización, el contenido y la realización del trabajo susceptibles de afectar tanto al bienestar y la salud (física, psíquica o social) de los trabajadores como al desarrollo del trabajo”. Varias NTP se dedican  a estos riesgos. Específicamente las NTP 1122 y NTP 1123 analizan las TIC como factor de riesgo.

El teletrabajo ha de sumarse a las causas generadoras de estrés (NTP 318) y burnout (NTP 704NTP 705 y NTP 732).

Para evitar las diversas patologías que pueden surgir en este campo por motivo del trabajo a distancia, debemos exigir que la empresa aplique medidas para: 

  • Resolver los problemas técnicos.
  • Formación en TICs y herramientas.
  • Medidas de desconexión digital.
  • Flexibilidad horaria y auto-organización del trabajo.
  • Facilitar la comunicación entre trabajadores y con sus representantes.

Ritmos de trabajo con descansos y pausas cortas y frecuentes.

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El colectivo y la fatiga pandémica

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La fatiga pandémica Dejar atrás los planes sociales nos hace perder parte de los estímulos agradables de la vida y eso nos mete en un círculo de sensaciones negativas. 
Debemos aprovechar la oportunidad para recuperar lo colectivo en el grupo de convivencia, en el local y en el global. Solo enfocarnos en lo colectivo.

La OMS acuñó el término fatiga pandémica como el cuadro físico y psicológico producido por las consecuencias experimentadas de la crisis sanitaria. Es un desgaste emocional derivado del estado de hipervigilancia, la incertidumbre y la falta de control que sentimos sobre la pandemia y nuestra vida. 

Sus síntomas más frecuentes son la apatía, la  frustración, la irritabilidad, el agotamiento o la desmotivación. También físicos como alteraciones del sueño, cansancio, dolores de cabeza, problemas gastrointestinales o sensaciones físicas de ansiedad. 

La vida para muchas personas se ha parado y solo consiste en trabajar y atender las necesidades del hogar. Las restricciones han conseguido en pocos meses lo que el sistema capitalista lleva intentando muchos años: reducir a las personas a productores y consumidores. las compras por internet y el consumo de productos audiovisuales de entretenimiento se han vuelto compulsivos. 

El ser humano tiene una gran necesidad de sentir control y la pandemia escapa a nuestro control; Los confinamientos, restricciones o anulación de planes por positivos nos impiden pensar en planes a largo plazo. 

Pero las personas necesitamos certidumbre, socializar, amar, soñar, volar y no nos dejan.

La situación nos limita pero es importante que tratemos de centrarnos en aquello que sí depende de nosotros mismos y vivamos día a día buscando reforzadores positivos

Es la oportunidad de cambiar las reglas del núcleo de convivencia (ej. pareja o hijos): en estos momentos que compartimos mucho más tiempo en el hogar tenemos la oportunidad de cambiar el reparto de las tareas domésticas y las actividades sobre las que se construye la convivencia. La crisis social necesita de nuestra solidaridad participando en los grupos de apoyo en nuestro entorno. En estos días que nuestras relaciones sociales están limitadas podemos participar en grupos virtuales con personas  que comparten nuestros sueños en todo el mundo. 

Es el momento de desarrollar proyectos comunes, de prepararnos para lo que vendrá construyendo el tejido de apoyo mutuo necesario. Debemos de enfocarnos en lo colectivo como única alternativa a esa “nueva normalidad” a la que nos quieren abocar basada en el aislamiento y el individualismo.

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Piotr Kropotkin

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Es considerado como uno de los principales teóricos del movimiento anarquista, dentro del cual fue uno de los fundadores de la escuela del anarcocomunismo, y desarrolló la teoría del apoyo mutuo.

En el anterior número hablamos del “Apoyo Mutuo” y su teorización desde la figura de Piort Kropotkin, pues bien, este pasado 8 de Febrero se ha cumplido el 100 aniversario de su muerte.

En este número repasamos brevemente su figura, el legado y la influencia que ha tenido en el movimiento anarquista. 

Piotr Alekséyevich Kropotkin nació en Moscú el 9 de diciembre de 1842 en el seno de una familia  aristocrática, sirvió en el Ejército ruso desde 1862 hasta 1867. Durante su destino en Siberia fue cuando adoptó las ideas anarquistas, influido por otros de los impulsores del comunismo libertario como son Proudhon y Bakunin, por este último, fue su cambio del marxismo al anarquismo en su participación en la I Internacional en 1872.

Posteriormente comenzó a difundir el pensamiento anarquista, motivo por el que fue encarcelado en 1874, y tras varios años en la cárcel, se escapó y se unió a la Federación del Jura, que era una sociedad anarquista internacional. En 1983 se instaló en Francia, donde también fue detenido y encarcelado tres años por sus actividades anarquistas, tras ser liberado se trasladó a Inglaterra, donde residió y trabajó durante treinta años, y donde desarrolló su trabajo.

Después de la Revolución bolchevique de 1917, regresó a Rusia y se estableció cerca de Moscú, pero aunque tomó parte en la vida política soviética no desarrolló cargo oficial alguno. Falleció el 8 de febrero de 1921 en Dimitrov, una localidad próxima a Moscú. Entre sus obras destacan La conquista del pan (1888), Campos, fábricas y talleres (1899), Ayuda mutua (1902) y Memorias de un revolucionario (1906). En ellas definió el comunismo libertario, ideología predominante entre los anarquistas de finales del siglo XIX y comienzos del XX, que quería suplir al colectivismo de Proudhon y Bakunin. Consistía en defender la organización colectiva de la producción en comunas autosuficientes, guiadas por una concepción del mundo estrictamente científica, unas relaciones sociales basadas en el apoyo mutuo y una moral de libertad, solidaridad y justicia.

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Apoyo mutuo

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Las redes de solidaridad y de apoyo mutuo se multiplican por todo el Estado español, en especial en aquellos lugares donde ya existía un tejido social previo y en las grandes ciudades.

El apoyo mutuo es definido como la cooperación, la reciprocidad, el trabajo en equipo, y aquello que implica un beneficio mutuo para las personas que cooperan entre sí, esto es algo que se lleva haciendo desde los inicios de la humanidad, tanto con la aparición de los primeros seres humanos como de los animales, que ha sido fundamental para la evolución hasta los días de hoy.

No fue desarrollado como concepto teórico hasta 1902 por el anarquista Piotr Kropotkin, en su libro El apoyo mutuo: un factor en la evolución, dónde analiza el comportamiento de los animales, llegando a la conclusión de la utilidad de la cooperación como mecanismo de supervivencia, reinterpretando así la teoría social competitiva que Darwing describió en su obra El origen de las especies, dando a la colaboración asociativa como un factor concluyente  en la evolución.

El apoyo mutuo, como se teoriza, no es compatible con la «competencia autodestructiva capitalista» ni con el Estado, ya que la solidaridad es en forma de generosidad y de reciprocidad por un bien general.

Actualmente, tras lo acontecido estos últimos años, el apoyo mutuo está tomando cada vez mayor relevancia en aquellas zonas más desprotegidas y vulnerables. Existen ejemplos tan importante como Somos Tribu, nacida en Vallecas pero cada vez más extendida por todo Madrid. Otro ejemplo muy importante lo tenemos en la Coordinadora de Vivienda de Madrid donde existe una red asociativa y  vecinal  capaz de hacer frente a los desahucios.

Entre otros ejemplos se encuentran las Redes de Solidaridad Popular,  más conocidas como   RSP, con cada vez más presencia en toda la comunidad.

En definitiva, el apoyo mutuo es una herramienta indispensable en nuestra lógica libertaria  como medio humano para sostener la vida entre todas y todos para crear brechas rupturistas al sistema capitalista.

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Organización por las pensiones

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La agresión contra el Sistema Público de Pensiones atenta contra el derecho básico de las personas a una vida digna durante su vejez. 
CGT pretende adaptar su estructura organizativa para luchar contra esta agresión que nos afecta a todos por medio de la creación de una Federación de Pensionistas.

El Sistema Público de Pensiones (SPP) está sufriendo una nueva agresión que ante la que las plataformas de pensionistas, los movimientos sociales y los sindicatos combativos estamos obligados a reaccionar. 

CGT está colaborando con otras organizaciones para rechazar estas medidas que reforma tras reforma nos están imponiendo. Los sindicatos mayoritarios (CCOO, UGT, ELA y LAB) son parte del problema pues participan en el negocio de las Gestoras de Pensiones.

Una vez más el Pacto de Toledo busca legitimar la reducción de las pensiones públicas con la justificación de resolver una situación creada artificialmente.  Este desmantelamiento del SPP sólo favorece el beneficio de los sistemas privados disponibles para los que pueden pagarlos. En esta ocasión quieren imponer los Planes Privados de Empresa (EPSV) vía Convenios Colectivos a costa de ingresos de la Seguridad Social.

Es importante constatar que las medidas que se están implementando hace años como el aumento progresivo de la edad legal de jubilación, la extensión del periodo de cómputo de las cotizaciones, la desincentivación de las jubilaciones anticipadas y la privatización del sistema afectarán sobre todo a los actuales trabajadores en activo. 

Un retiro digno del sistema productivo es una necesidad vital. El aumento de la vida laboral solo impide que las nuevas generaciones puedan incorporarse al mercado de trabajo con una mínima estabilidad. 

CGT está trabajando activamente con otras organizaciones dedicadas a la defensa de las pensiones para garantizar este derecho para todos. El grupo de pensionistas de CGT considera que nuestra organización ha de adecuar su estructura para poder enfrentar adecuadamente esta lucha coordinando sus esfuerzos por medio de una Federación de Pensionistas formada por Sindicatos y núcleos de Pensionistas en los diferentes territorios.

Esta Federación permitirá coordinar y liderar  los esfuerzos de CGT para garantizar unas pensiones dignas para todos. No obstante es un problema de todos y los trabajadores en activo también estamos obligados a defender este derecho en lo que quizás sea una de las luchas más importantes que tenemos en la actualidad.

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Del ERTE al ERE

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Las predicciones para los próximos años no son buenas para el empleo. Se espera pasar del 14,1% en el 2019 al 17,4% en el 2021 continuando con la tendencia previa al COVID-19
La conversión de ERTEs en EREs ya ha comenzado afectando a más de un millón de personas. Aunque hay dudas jurídicas al respecto, la respuesta de los  trabajadores será vital como respuesta a esta segunda ola de agresiones.

La OCDE predice que el PIB después de haber caído en el 2020 espera crezca un 5% en el 2021 y un 4% en el 2022. Pero no obstante considera que el desempleo continuará alto alcanzando 17,4% en 2021. Es decir se espera continuar la destrucción de empleo que nos ha hecho pasar del 14,1% del 2019 al 15,8% del 2020. Este proceso se deberá a la inviabilidad sobrevenida de algunas empresas y a las reestructuraciones para mejorar su productividad en otras. 

A pesar de las posibles consecuencias de los despidos por la cláusula de salvaguarda del empleo, ya ha comenzado la conversión de ERTEs en ERES y de los 974.489 trabajadores afectados por EREs hasta septiembre, el 99,3% (967.724 trabajadores) estaban en ERTEs. Más de 70.000 personas se han visto afectadas por EREs este trimestre y muchas empresas son del sector del metal. Pero no nos engañemos esto no es más que una segunda ola de los despidos masivos que se estaban llevando a cabo ya en 2019 donde 27.525 personas fueron despedidas en EREs  entre los meses de enero y noviembre del pasado 2019 (con un incremento del 52% respecto al año anterior).

La jurisprudencia indicaba ya desde la STS 2/2014 que para convertir un ERTE en ERE deben concurrir, al menos, una de estas dos condiciones:

  • la concurrencia de una causa distinta y sobrevenida de la invocada y tenida en cuenta para la suspensión;
  • tratándose de la misma causa, un cambio sustancial y relevante con referencia a las circunstancias que motivaron se autorizará dicha suspensión.

Hay unas 750.000 personas en ERTE. La STSJ de Asturias 27/2020  ha abordado esta cuestión por primera vez en el marco de la pandemia declarando la nulidad del despido colectivo (finalizado sin acuerdo) proviniendo de un ERTE de fuerza mayor.  Hay quien opina que el tránsito de ERTE a ERE va a ser complejo que pueda justificarse, otros laboralistas consideran que puede tener inseguridades jurídicas y los empresarios exigen facilitar el tránsito de los ERTE a los ERE y que el Estado pague la mitad del despido. En todo caso, habrá que permanecer a la expectativa de la evolución política y jurídica de esta cuestión y ver si los trabajadores somos capaces de articular respuestas adecuadas ante esta nueva ola de agresiones.

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El futuro del trabajo

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Nuestra sociedad basada en el trabajo se está transformando. El alcance de esta transformación es impredecible. 
Muchas alternativas diseñan formas de reducir los efectos más perversos del capitalismo; pero, el problema subyacente a una sociedad tecnificada es la propia existencia del trabajo que se convierte en innecesario mientras es uno de los ejes sobre el que pivota el sistema capitalista.

Los avances tecnológicos están transformando el mundo del trabajo y “piden que se tomen medidas enérgicas” (Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo de la OIT, 2019). Y esta transformación se ha acelerado durante el 2020 por efecto de la pandemia.

Tenemos que aprovechar las posibilidades que nos brindan estas transformaciones profundas para crear un futuro más prometedor y conseguir seguridad económica, igualdad de oportunidades y justicia social.

La OIT propone un programa centrado en las personas con tres ejes de actuación para generar crecimiento, igualdad y sostenibilidad mediante la inversión en: 1. las capacidades de las personas; 2. las instituciones del trabajo; y 3. el trabajo decente y sostenible.

No obstante, en muchos ámbitos todavía no hay conciencia de lo que está aconteciendo y visualizan el futuro del trabajo solo a corto plazo como un conjunto de tecnología, flexibilidad y cambio cultural hacia una de «responsabilidad flexible«.

La tecnología hace el trabajo menos necesario.

Pero la transformación a la que nos estamos enfrentando puede ir mucho más lejos. 

La inversión tecnológica no es la panacea. La tecnología no es un bien público; pertenece a unos pocos propietarios (GAFA y BAT) que no quieren regular sus negocios.

El capitalismo no puede crecer en una relación armónica como desearía la OIT, porque, como dice Sousa Santos, “El capitalismo no funciona sin racismo y sin sexismo” porque “el capitalismo tiene en su matriz la explotación del trabajo, la explotación de la naturaleza”.

La economía social ha evolucionado rápidamente y cuenta con el apoyo de la UE;  está sustentada en los mismos pilares de producción y trabajo sirviendo de moderadora de los excesos de la economía capitalista.

Tampoco es suficiente con dulcificar el trabajo como propone Albert Cañigueral con: 1. Una nueva denominación; 2. Diversidad; 3. Trabajo colectivo; 4. Buenas empresas; 5. Derechos; 6. Tecnología y 7. Trabajo bajo en carbono.

Debemos construir colectivamente una nueva sociedad que excluya el trabajo.

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