Invisibilizaciones

Visibilizar a los jóvenes

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Más del 16% de la población mundial se puede considerar joven. 

El adultismo estigmatiza a los jóvenes por su edad  impidiendoles integrarse en la construcción de la sociedad de forma adecuada e invitándoles a la inacción y la pasividad ante un futuro incierto. 

Las Naciones Unidas definen a los jóvenes como aquellas personas de entre 15 y 24 años. Hay 1.200 millones de jóvenes (el 16% de la población mundial) con una situación problemática. Para 2030 se estima que aumentarán  a casi 1.300 millones. En la Comunidad Europea la edad de los jóvenes se considera de los 15 a los 29 años y son un total de 75 millones de los cuales unos 7,3 millones corresponden a España. 

El adultocentrismo destaca la superioridad de los adultos por sobre las generaciones jóvenes y señala el acceso a ciertos privilegios por el solo hecho de ser adultos. Ser adulto se construye culturalmente como el modelo ideal de persona por el cual el sujeto puede integrarse, ser productivo y alcanzar el respeto en la sociedad.

Un análisis sobre la inclusión social de los jóvenes en la Unión Europea en 2019 muestra:

  • El 73,5 % de los hombres y el  64,3 % de las mujeres  viven con sus padres.
  • 18.6 millones de jóvenes (21,1%) en riesgo de pobreza o exclusión social. Un riesgo algo mayor para las jóvenes.
  • El 9,0 % vivían en hogares con una intensidad laboral muy baja.
  • 5,8 % con privación material grave.

Presenciamos una retirada de los jóvenes del espacio público, que confirma, su alejamiento del espacio político y simbólico, más allá de su papel como reclamo publicitario estético y agentes de consumo. Así los jóvenes son invisibilizados, estigmatizados  y excluidos con:

Los cambios sociales, culturales y tecnológicos han dejado a los jóvenes en una situación donde los adultos tradicionales ya no son un referente. Jóvenes y adultos hemos de superar el adultocentrismo para enfrentar la situación actual.

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Visibilizar a los enfermos psíquicos

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El 25 % de la población mundial sufre algún tipo de trastorno mental pero sigue siendo una dolencia invisible

Esta incidencia ha incluso aumentado con la pandemia.

Los comportamientos diferentes se patologizan y estigmatizan.

Los trastornos mentales alteran los procesos del razonamiento, el comportamiento, la facultad de reconocer la realidad, las emociones o la relación con los demás, consideradas como anormales respecto al grupo social del cual proviene la persona. Son el resultado de la interacción entre factores biológicos, psicológicos y sociales (incluida la precariedad y presión laboral). Pueden ser ocasionales o crónicas. El DSM-5-TR describe sus categorías.

Un 25% de la población mundial tiene un trastorno mental. Los más comunes incluyen la depresión (300 Millones), el trastorno bipolar (60M), la demencia (50M), la esquizofrenia y otras psicosis (23M) y los trastornos del desarrollo, incluido el autismo. Más cifras.

El mentalismo (o cuerdismo) es la discriminación basada en la condición mental concreta o supuesta de una persona que aumentan el sufrimiento psíquico y el grado de discapacidad asociados a los trastornos mentales.  Ya M. Foucault hablaba de cómo se creó el estigma en su obra Historia de la locura en la época clásica (I, II y III). Por la contra, la estigmatización de ciertos comportamientos y los intereses económicos ha llevado a una patologización injustificada de los e incluso a la invención de enfermedades mentales.

Un estudio sobre salud mental en España analiza este estigma en diferentes ámbitos:

  • Educativo: Los primeros síntomas llevan al rechazo, bullying y abandono.  
  • Medios de comunicación: Caracteriza a la persona. Vinculación con la peligrosidad y la imprevisibilidad.
  • Laboral: Baja participación en el mercado de trabajo. Menor para las mujeres. El certificado de discapacidad estigmatiza. 
  • Familias: El cuidado recae en la familia (en su mayoría mujeres). Actitud paternalista, sobreprotectora y compasiva. Los familiares sufren de autoestigma. 
  • Policial y judicial: Muchos procedimientos judiciales por delitos durante las crisis. Abuso en la contención policial. Incapacitaciones sin justificación real.
  • Penitenciario: Gran proporción en los centros penitenciarios. No son un lugar adecuado para la reinserción y apoyo.
  • Ejecutivo legislativo:  Vinculación a la peligrosidad.
  • Sanitario: Infantilizados. Poca preparación.
  • Servicios sociales y de la salud mental: Actitud paternalista, sobreprotectora y compasiva.  Estigmatización en el vecindario. Estigma entre los profesionales.

Además del tabú social, sufren violencia y son una importante causa de suicidios

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Visibilizar a los mayores

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Un 25% de la población española tiene más de 60 años- comienzo de la tercera edad. 

El edadismo estigmatiza a estas personas en nuestra sociedad por el hecho de ser mayores y esta estigmatización afecta a todos los  ámbitos de su vida.

Para la OMS la tercera edad comienza a los 60 años y la divide en tres fases: 60-74, 75-90 y más de 90. En términos médicos se distinguen más fases dependiendo del estado físico, psicológico y de su comportamiento.En el mundo un 9,6 % de la población tiene más de 65 años. Es decir, invisibilizar a los mayores es invisibilizar a más de 750 millones de personas. España tiene más de 12 millones de personas mayores de 60 años, un 26% (INE).

La edad es una de las primeras cosas que observamos en otras personas. El edadismo surge cuando la edad se utiliza para categorizar y dividir a las personas por atributos que ocasionan daño, desventaja o injusticia, y menoscaban la solidaridad intergeneracional.

El edadismo se refiere a los estereotipos (cómo pensamos), los prejuicios (cómo nos sentimos) y la discriminación (cómo actuamos) hacia las personas en función de su edad. Puede ser institucional, interpersonal o autoinfligido.

El informe de la OMS sobre edadismo es demoledor y muestra cómo este colectivo es estigmatizado:

  • Una de cada dos personas son edadistas.
  • En Europa afecta a 1 de cada 3 mayores.
  • Más en países de ingresos bajos y medios.
  • Los estereotipos están creciendo.
  • Estos estereotipos afectan a la salud.

El informe analiza multitud de aspectos donde son invisibilizados, excluidos y discriminados

Y como corolario la OMS quiere considerar a la vejez como una enfermedad justo después de declarar la ONU la Década de Envejecimiento Saludable (2020-2030).

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Visibilizar lo invisible

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La mayoría de las personas tenemos invisibilizado algún aspecto de nuestra identidad. 
La invisibilización es una estrategia de poder para dividirnos y enfrentarnos que normalmente se combina con la estigmatización y exclusión para limitar nuestra participación en la sociedad.

Es necesario humanizar nuestra sociedad  preguntándonos por todas las personas sin invisibilizarlas, excluirlas o estigmatizarlas. 

Entendemos por personas invisibilizadas aquellas que normalmente no están en las visiones que tenemos de la sociedad. Responde a una estrategia de poder en que se excluyen y se incluyen las personas. La  invisibilización puede darse desde la ausencia, desde el estigma o desde la homogeneización.

La exclusión implica condiciones  desventajosas en el acceso a determinados bienes, servicios o recursos con relación a otros individuos o grupos en posiciones privilegiadas. La estigmatización genera una respuesta social negativa hacia grupos o personas con ciertas características.

La invisibilización, exclusión y estigmatización se da por muchos motivos: económicos, salud, nivel cultural, edad, raza, origen, sexo, identidad, orientación sexual, etc. En definitiva son diferentes; y todos somos en algún grado diferentes y únicos. No obstante, estas personas son consumidores, usuarios de servicios públicos, desarrollan actividades, etc.; son ciudadanos con deberes y derechos y  deben ser protagonistas en la sociedad. 

La interseccionalidad reivindica la multidimensionalidad de las identidades personales en base a ejes identitarios (ej. género, clase social, edad, etc.) donde existen relaciones de poder (no es lo mismo ser mujer que hombre,  adulto que niño, etc.). Los ejes identitarios oprimidos son aquellos que normalmente han sido invisibilizados.

Nos encontramos ante el reto de contrarrestar esta situación. La crítica a la invisibilidad y la posibilidad de visibilizar a todas las personas, tienen que unirse a la lucha contra las desigualdades. El pensamiento crítico es una herramienta para poder destapar las invisibilidades, preguntarnos por ellas y poder revertirlas. Es importante tener en cuenta las experiencias de diferentes personas y  naturalizar la diversidad. Es esta una opción política con una visión integradora de la sociedad, que no excluya a nadie  y  dignifique lo humano. 

Cuando dignificamos lo humano, cuando luchamos contra las desigualdades estamos creando un futuro más comprometido para todas las personas que sin duda debemos imaginar y construir entre todas.

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