Pensamiento crítico

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En la era de la información (o del espectáculo) es necesario desarrollar un pensamiento crítico que nos permita decidir libremente.
La literacidad crítica propone desarrollar esta capacidad enfocándose en problemas sociales  y en la acción.

En esta sociedad hay mucha información,  muchos medios e incluso, en determinados temas, intoxicación informativa. Pero, como decía Heraclito, lo importante es que la sabiduría no caiga en conocimiento y el conocimiento no decaiga en información. El pensamiento crítico consiste en “.. poner en cuarentena cualquier información, texto o relato, antes de aceptarla.” (Ennis).

Es muy difícil distinguir la verdad de la mentira o la manipulación. Es necesario seleccionar información fiable e interpretarla críticamente para poder decidir con autonomía. No hay certeza de la veracidad informativa. Nietzsche decía que no hay hechos, hay interpretaciones. En la era de la post verdad parece que la mentira no importa tanto y se genera un conformismo que solo da importancia al receptor (cada cual interpreta lo que prefiere) y que lleva a un tribalismo y la polarización.

Aceptamos como buena la interpretación que nos hace sentir bien (las respuestas fáciles). Interpretar de manera crítica obliga a ver lo incómodo; nos interroga sobre nuestras creencias y sentimientos. La literacidad crítica, es el desarrollo del pensamiento crítico para la acción social y en su base está aprender con problemas sociales.

En la lectura crítica hay tres niveles:

  1. Literal: Puramente lingüístico. ¿Qué dice?
  2. Inferencial: Psicolingüístico. Identifica ideas sugeridas leyendo entre líneas. ¿Qué nos dice el texto y qué necesito saber yo? 
  3. Crítico: Leer tras las líneas reconociendo el texto como un objeto de reflexión y de relaciones de poder; leer la ideología. ¿Para qué me sirve el texto? ¿Cómo el autor ha construido ese punto de vista? 

La literacidad crítica nos cuestiona a  nosotros mismos y a las ideologías, y nos permite ver dónde estamos, dónde queremos llegar y cómo llegamos. Nos enseña a argumentar con razones analizando la información (yendo a las fuentes y contrastando datos), haciendo autocrítica (reflexionando sobre nuestro punto de vista y analizando las emociones) y tolerando la incertidumbre (aceptando no saberlo todo). La crisis necesita una ciudadanía peligrosa (responsable, participativa y crítica) para cambiar los modelos y construir un futuro sostenible. Como decía Hannah Arendt, las crisis obligan a volver a las preguntas y exige de nosotros respuestas (nuevas o viejas) que nazcan de un examen directo y crítico.

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