El negocio de la guerra: La asociación para la paz
Tras una supuesta tregua, como vaticinaba Gorbachov, ha estallado una fuerte confrontación entre Rusia y Occidente en Ucrania; los múltiples conflictos en Asía central, el Cáucaso y Oriente Medio se han reflejado en este conflicto que afecta directamente a Europa pero que aumentará la cuenta de resultados de algunas empresas.
El conflicto de Ucrania, como todos los conflictos, ha sido creado y será sostenido por los intereses de unas minorías que controlan los recursos, los negocios y los Estados. Nos matamos entre nosotros pero los mercaderes de muerte siempre ganan sin que el resultado del conflicto sea relevante. Abrimos esta serie de artículos para desarrollar varios aspectos de este juego macabro.
Para iniciar por algún sitio, en este continuum histórico que es la guerra y violencia, elegimos el 25/12/1991 cuando se disolvió formalmente la URSS con la independencia de sus 15 repúblicas (Armenia, Azerbaiyán, Bielorusia, Estonia, Georgia, Kazajistán, Kirguistán, Letonia, Lituania, Moldavia, Rusia, Tayikistán, Turkmenistán, Ucrania y Uzbekistán). En la década de los 80, la URSS enfrenta importantes problemas de desarrollo económico y tensiones independentistas de algunas repúblicas. En 1987 se firma un acuerdo URSS-EEUU para detener y desmantelar una parte de su arsenal nuclear sovietico. En 1989 cae el bloque sovietico y se reunifica Alemania.
El 11/01/1994 queda aprobado oficialmente como programa de la OTAN la Asociación para la Paz (Partnership for Peace, PfP) incluyendo a las 15 repúblicas ex-soviéticas y otros estados europeos hasta un total de 35. Los objetivos de Asociación para la Paz son básicamente de transparencia y coordinación operativa.
A partir de 1990 el gasto militar se mantuvo una década volviendo a incrementarse a partir del año 2.000 pasando de 742 B USD a 1.900 B USD en el 2020; este gasto pasa del 3,3% del PIB al 2,3% en el mismo periodo. En el 2021 EEUU realizó el 39% del gasto militar mundial. La OTAN no ha cesado de expandirse estos años y 12 miembros del PfP procedentes del bloque sovietico (Albania, Bulgaria, Croacia, República Checa, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia) se han unido a la OTAN. Ante este escenario la actuación imperialista de Rusia no es, como argumenta Taibo “el resultado de políticas occidentales caracterizadas por la prepotencia y la agresividad.”
El momento elegido por Rusia es crítico: una presidencia debilitada en EEUU, crisis energética en Europa y el reto de la recuperación de una pandemia para todos.
La guerra de Ucrania está aumentando el ritmo del rearme y la OTAN trata de recuperarse de su profunda crisis. Los mensajes belicistas están siendo utilizados por los Estados para olvidar actuaciones reprobables durante la pandemia, pedir más esfuerzo a sus ciudadanos e incluso para reprimirlos de forma más contundente si fuera necesario. Pasamos de una emergencia sanitaria a una bélica que, si gestionamos bien, representará un nuevo retroceso para la mayoría de la sociedad.
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