Transversalidades: Salud-energía-guerra

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Las guerras y la contaminación son causantes de muchas de las muertes, enfermedades. 

La contaminación nos mata lentamente y mata a nuestro planeta; la producción y distribución de petróleo y gas está detrás de muchos de los conflictos armados y violaciones de los derechos humanos. 

Detrás de todo esto están las grandes empresas energéticas y la geopolítica que estas dictan a los estados.

9 millones de muertes (una de cada seis) en el mundo en 2021 estuvieron relacionadas con enfermedades causadas por la contaminación (ONU). Las víctimas de los 34 conflictos armados registrados durante el 2020 son difíciles de obtener pero han sido más de 60.000 y 235 millones de personas necesitaron asistencia humanitaria en 2021 (ECP). Contaminación, guerras y  cambio climático son consecuencias de nuestro sistema de consumo.

La quema de combustibles fósiles crea contaminantes conocidos como partículas finas, de menos de 2,5 micras, que pueden transferirse directamente al torrente sanguíneo en los pulmones. Una vez absorbidos por el cuerpo, promueven enfermedades cardíacas y pulmonares, que producen enfermedades y, en algunos casos, causan la muerte. Las enfermedades atribuidas a las partículas finas tienen consecuencias económicas como facturas médicas, pérdida de ingresos y reducción de la productividad (estudio del MIT).

Pero la relación entre los tres fenómenos no termina ahí ya que buena parte de las causas de los conflictos armados tienen de telón de fondo el control de la producción y distribución energética, siendo el consumo de energía la mayor fuente de emisiones de gases de efecto invernadero derivada de las actividades humanas y el cambio climático (Agencia Europea del medio ambiente).

Los combustibles fósiles, incluidos el carbón, el petróleo y el gas, todavía suministran más del 80% de la energía primaria consumida. En los 60 los avances en el abastecimiento, el transporte y la refinación de petróleo y gas permitieron que esos combustibles de alta densidad energética superaran al carbón y se convirtieran en la principal fuente de energía.

La producción y el consumo energético está bastante desequilibrado y ciertas zonas como Europa y Asia necesitan importantes trasvases de energía de las zonas productoras. La grán mayoría de este trasvase se produce por medio de 290 millones de kilómetros de oleoductos y 957 de gaseoductos que atraviesan 162 países. Las empresas que poseen la mayoría de estas infraestructuras son de EEUU, Canadá, Rusia y China.  Esta red tiene más de 200.000 km de expansiones planificadas con un coste estimado de 1 billón de dólares. Estos proyectos están muchas veces detrás de los conflictos armados y violaciones de derechos humanos en los países por los que discurren (Siria, Irak, AfganistánYemen, Chechenia, Líbano, Nagorno-Karabaj, Azerbaiyán-ArmeniaGeorgia,  El Magreb, Asía central, Ucrania, etc. El trazado y control de estas infraestructuras tiene un gran valor geopolítico lo que hace que las grandes potencias actúen con todos sus recursos muchas veces a costa del sufrimiento de las poblaciones por donde estos discurren.

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