La gran renuncia

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“La gran renuncia” es el fenómeno de renuncia voluntaria de millones de trabajadores que buscan mejores condiciones laborales y están generando plazas que nadie quiere ocupar. 

Pero esto solo es factible en países con bajas tasas de desempleo y de derechos laborales.

El estado de pandemia, que dentro de 2 meses cumplirá 2 años, podría haber producido cambios profundos de los que ahora solo viéramos su comienzo. Cuando se abre una posibilidad de cambio, nuestra naturaleza optimista, suele tener esperanzas de un futuro donde mejorarán las condiciones humanas en general y las nuestras en particular. Pero la realidad parece ser más bien pesimista.

Comenzando a analizar cambios en el aspecto económico, la lógica nos llevaría a pensar que a todo el mundo le ha ido mal, que todos han tenido que perder durante esta ralentización de la economía. Sin embargo, esto no es así: “En España, durante el primer año bajo los efectos de la pandemia, más de un millón de personas pasaron a encontrarse en situación de carencia material severa. Mientras, los 23 milmillonarios del país vieron crecer su riqueza un 29%”. Y a nivel mundial, los multimillonarios han aumentado su fortuna como nunca desde que se tienen registros. Esto quiere decir que nuestra lógica vale sólo para predecir la situación del 99% de la población humana, ya que el 1% está multiplicando su riqueza. Esto también nos indica que el 0,1 % más rico tiene tal dominio del sistema capitalista que incluso puede obtener más beneficios en situaciones de crisis, en las que la población está aturdida bajo un shock pandémico jamás vivido en occidente, que en situaciones de normalidad. 

Así que esta pandemia está sirviendo para la acumulación del capital en unas pocas manos a medida que la población general pierde poder adquisitivo o entra directamente en la pobreza y, por lo tanto, está dispuesta a asumir trabajos con condiciones y salarios cada vez más precarios.

Otro cambio que esperábamos para resistir esta fuerza empresarial que permite esta desigualdad entre la patronal y los trabajadores era la reforma laboral. Pero, después de leer titulares como este: “La patronal auxilia al Gobierno y pide a Ciudadanos que vote la reforma laboral”, comprendemos que la llamada reforma laboral sólo ha sido una demostración de dominio de los empresarios y los poderes económicos sobre el Estado y los sindicatos mayoritarios. Por lo tanto, las empresas conservan intactas las principales herramientas para que (como diría Murray Bookchin) las fábricas y el lugar de trabajo sigan siendo el espacio primario de la explotación y de la jerarquía.

Esta precarización creciente de los puestos de trabajo se ve incrementada en los sectores que más dificultad existe para la organización sindical. Así que a estos trabajadores especialmente parece que sólo les queda decidir si es mejor volver a un trabajo precario y alienante, o dejarlo, y gastar los pocos ahorros en intentar encontrar otro que sea algo más digno. Eso sí, esto sólo lo pueden hacer trabajadores de ciertos países donde, de momento, es más fácil la movilidad laboral.

Es lo que hemos empezado a escuchar con el nombre de “la gran renuncia”, un fenómeno que tiene que ver con las renuncias voluntarias de miles de trabajadores que buscan mejores condiciones laborales y están generando plazas que nadie quiere ocupar, principalmente en el sector servicios. Sólo en el Estado de México faltan por cubrir 24 mil puestos de trabajo, en Canadá son 600 mil, pero en EEUU son 10 millones de personas trabajadoras que han dejado sus puestos de trabajo.

Estos tres países tienen unas bajas tasas de desempleo combinadas con la escasez de derechos laborales. En España, sin embargo, la gran renuncia no llega de momento debido a unas altas tasas de paro junto con unas políticas para mantenerlas: continuar con las jornadas de 40 h semanales, permitir 80 horas extra al año por trabajador, alargar la edad de jubilación a los 67, penalizar las prejubilaciones y bonificar el seguir trabajando después de la edad de jubilación.

Pero, en estos países, donde las personas trabajadoras se pueden permitir esta forma de huida del trabajo para buscar otro más digno, no se conseguirá mejorar las condiciones en los sectores más precarizados. Este fenómeno va asociado a políticas anti-inmigración. En cuanto estas cesen se cubrirán esos puestos.Mientras se mantengan a países con población en situación de miseria habrá trabajadores dispuestos a trabajar por razones de subsistencia. Por esto la única vía de lucha laboral sigue siendo la unión de los trabajadores contra estas fuerzas que cada día son más poderosas. Aunque vemos que la gran renuncia también supone una renuncia a la lucha organizada para mejorar las condiciones laborales en estos sectores tan precarizados.

Esta gran renuncia está relacionada también con el teletrabajo. Por causa de la pandemia los trabajadores que han teletrabajado han probado la libertad de desligarse de su centro de trabajo, de la presión de su jefatura: el teletrabajo supone la liberación de ese espacio de explotación y jerarquía del que hablaba Bookchin. Teletrabajar puede traer otros problemas para los trabajadores y trabajadoras, pero también podría ser una oportunidad de cambio social, sobre todo si supone una ocupación de municipios donde surjan otros movimientos, asociaciones, o se pueda incluso desarrollar un municipalismo libertario. Pero esto es ya motivo para un capítulo aparte… continuará.

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One thought on “La gran renuncia

    […] el anterior artículo se llegó a vislumbrar el teletrabajo como potencialmente revolucionario en una sociedad en la que […]

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